La trampa de esperar a sentirte listo para cambiar

Esperar a sentirte listo puede ser la forma más elegante de no cambiar nunca. Aprende por qué actuar primero es la verdadera clave del cambio.

AUTOESTIMA Y ACEPTACIÓN

Ruben Urquiza

10/15/20253 min leer

La trampa de esperar a sentirte listo para cambiar

A lo largo de mi trabajo en consulta he escuchado muchas veces frases como: “Quiero cambiar, pero todavía no me siento listo” o “Sé que debo hacerlo, pero no tengo la motivación”.

Cuando uno observa esto desde afuera, parece simple falta de voluntad. Pero en realidad, no se trata de que las personas no quieran cambiar, sino de que están atrapadas en las contingencias del contexto: familias que exigen, amistades que juzgan, redes sociales que comparan, entornos que refuerzan la idea de que todo debe hacerse perfecto o, de lo contrario, no vale la pena intentarlo.

El resultado es un círculo vicioso. Las personas creen que primero deben sentir la motivación o las emociones positivas para poder actuar, pero mientras esperan que eso ocurra, la vida se les va pasando. Lo cierto es que el contexto no cambia por sí solo, y esa espera se convierte en un bucle de frustración, tristeza, enojo y culpa.

Desde el análisis conductual, lo que realmente sucede es que el entorno moldea esa inacción. Se nos enseña a esperar “el momento ideal”, cuando el cambio ocurre justo al revés: primero actuamos, y luego vienen las emociones. Culturalmente, se nos ha hecho creer que la motivación debe preceder a la acción, pero la evidencia nos muestra lo contrario. La motivación surge después de actuar, como consecuencia de haber hecho algo distinto, no como requisito previo.

Cuando en consulta alguien se queda atrapado esperando sentirse bien para cambiar, suelo poner las reglas del juego sobre la mesa. Les explico con diagramas cómo están atrapados en su propio contexto y cómo ese patrón de espera se refuerza una y otra vez. Y les soy muy claro: si quieren cambiar, hay que hacerlo sin esperar a sentirse preparados. A veces lo digo sin rodeos: “Si repites los mismos patrones durante uno, dos o cinco años más, nadie te devolverá ese tiempo de vida”. No lo digo para presionar, sino para que comprendan que el costo de la inacción también es real. Mi papel no es forzar el cambio, sino enseñar cómo hacerlo, ofrecer estrategias que aumenten la eficacia y mostrar que los resultados vienen de actuar, no de sentir.

Si tuviera que dejarle una idea a quien está leyendo esto y lleva tiempo postergando un cambio, sería esta: No todo se resuelve solo. Sí, puedes darte cuenta por ti mismo y lograrlo con el tiempo, pero ese camino puede ser largo, incierto y doloroso. La alternativa es buscar acompañamiento profesional. Para mí, la terapia es un entrenamiento conductual: un espacio donde alguien más observa junto contigo lo que haces, por qué lo haces y cómo puedes hacerlo distinto. No porque estés enfermo, sino porque estás confundido o atascado. Y eso no es debilidad: es humanidad.

Un psicólogo no te “cura”, te entrena para mirar de otra forma tu contexto y tus decisiones. Ese es el verdadero inicio del cambio.

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Dejo un short donde hablo un poco sobre aquello que llamamos motivación: